miércoles, 21 de septiembre de 2011

Fue una señal del destino. Estaba sentada en una silla incómoda del centro de rehabilitación, esperando apesadumbrada  a que dijeran mi nombre con el mismo tono tedioso de siempre. Y de repente una canción de Jorge Drexler empezó a sonar timidamente por los altavoces de la sala de espera. Y  fui feliz de nuevo con su música envolvente, fue como si me devolvieran la vida de nuevo. Jorge Drexler: te echado de menos.
Tu beso se hizo calor, luego el calor movimiento,
luego gota de sudor, que se hizo vapor, luego viento,
que en un rincón de la Rioja movió el aspa de un molino,
donde se pisaba el vino que bebió tu boca roja...

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